Preludio
Esta narración, que escribí hace algún tiempo, pertenece al género de auto-ficción, también llamado de auténticos recuerdos falsos.
He dejado correr la pluma, en parte para aislarme del tedio que me producen la política, la televisión o los periódicos. Y también para procurar a aquellas de mis lectoras que sientan parecido tedio, un motivo para transformar la diaria rutina en ruidosa carcajada. Esto último, sobre todo si están emparejadas con personas aburridas.
Ofrezco, gratis, alegorías eróticas y un pellizco de amarga ironía. ¡Ah! Y otra cosa mariposa: he tratado con esmero de ser yo quien quede peor parado en esta sátira moral. Nobleza obliga.
Finalmente os diré que las fotos, tomadas por mí, son de modelos profesionales.
(foto del autor)
Capítulo cuarto
-Venga hombre. ¡Arriba!
Le cuento mi problema. Me susurra, casi cantando:
-Eso. Lo mejor es estar caliente todo el día.
¡Qué mujer!
Me cuenta como Alba le comió lo suyo. Me habla de su lengua inexperta, pequeña y sabia. De sus tetas, las de la novia de mi novia, que son grandes y duras. De sus tres orgasmos y del mar de fluidos que se tragó la chica del amanecer.
Siento celillos:
- La quieres a ella más que a mí, -pregunto afirmativamente.
Me dice la diosa de la vendimia:
- Hombre, a ella la tengo más aprecio. Desde hace catorce años me ayuda mucho en el trabajo.
Me quedo a lo pollito Kalimero. Me consuela:
- Bueno, pero ya no voy a estar más con ella. Sólo con hombres. Contigo me gusta mucho. El domingo fue fantástico. Me follas como nadie lo hizo nunca.
Me animo y me masturbo. Al otro lado de las ondas, por su móvil me dice:
- ¿Ya te has quedao a gusto? ¡Ele! Me voy a una reunión con Don Alvaro.
Hasta hoy, todos los días me da las buenas noches, por SMS. Eso es muchísimo…Si fuera mía para lo que yo haya de durar, la ofrecería perlas y frutas traídas de países que no están en el mapa.
Hoy, miércoles de cuaresma, su primer saludo me sacude:
“No pienses tanto en las cosas materiales, sentencia”.
Me digo para mis adentros: “sólo pienso en ella. Si me levanto, o mejor, no me acuesto, es por ella. Sin ella me dejaría consumir y volvería al polvo. Mas sería polvo enamorado…”.
El reloj, los zapatos de Prada. Maneras de ponerme en pié y hacerla sentir que la quiero.
Hablamos. Como siempre, ella se atribuye y lleva razón:
“No pienses en papeleos legales. Yo estaré contigo. Me encantan tus sorpresas. Vive”.
Es mi recompensa por las cosas buenas que habré hecho en esta vida. Digo yo.
Se conoce que los dioses adelantan mi paraíso. Me dejan ver y tocar la mata de pelo que tiene mi niña. He puesto su foto de cabello color fuego de leña, en la pantalla de mi móvil. La muestro con orgullo. Los hombres palidecen. Las mujeres, más. “Parece guapa”. Se limitan a decir, muertas de envidia.
¡Ay de quien ama!
Hoy, esta noche, estoy jodido. Hace tres horas he reservado habitación en un Parador de allá abajo ¡Hoy, miércoles Santo! No he encontrado billete de bus. El taxi, dice ella, es muy caro. Me parecía que estaba más cerca de mí que nunca jamás. Pero no. O sí, que no lo sé. Recibo su despedida: “buenas noches dulce amigo”. Ni siquiera apostilla “mío”, como en otra ocasión.
Viajaba con Alba. Mi viaje era una presunta cita imposible. Me dice:
- ¿Te casarías con una mujer que hace el amor con otras mujeres?
Contesto:
- Contigo, ahora mismo. Tú eres mi diosa, no una simple mujer.
He pasado, como todos y cada uno de los días desde que se me apareció ella en cuerpo y alma, del cielo al infierno.
Ella duerme con su marido. Sus hijos andan cerca. Yo me lamo solo mis propias heridas. ¿Dolido? No: hecho polvo. Me aguardan 4 días de soledad y mierda.
Amor y mierda bajo la luz de la luna del Jueves Santo. Anulo la habitación del Parador del suroeste.
Esta mañana pregunté a Violante:
- ¿Cómo hacías en El Covacho, frotar muslo contra muslo?
Responde:
- No. Se trata de mover la pelvis…te pone caliente…Mujer sabia, mujer-hembra-mujer…animal hembra. Gracias Juan Ramón Jiménez.
Siento que voy a vivir menos de lo previsto por la naturaleza. Me importa un carajo. Si pudiera elegir preferiría morir con mi polla, o lo que quede de ella, corriéndose en su vagina. Eso sí, después de haberle comido el coño, que es lo que le gusta a ella.
Mañana, Jueves Santo, trabajará en su dehesa. Yo estoy más roto que su labriego más roto.
Roto, entero, solo. Mudo.
Me dice que será distinto cuando se le pase la efervescencia. Pienso: distinto, ¿para bien o para mal? No sólo de mí, sino de la humanidad en general.
Resulta que el día 18 no duerme conmigo pues su vuelo a Brasil es a medianoche. Estaré con ella apenas unas horas diurnas. Luego, ¡zácate! al aeropuerto para que un hijo de puta de avión se la lleve a diez mil kilómetros de distancia.
Ella me manda el SMS de buenas noches, buenas y frías, y apaga su trasto.
A mí, que me quedo de guardia, que me den por el rulé…
Me dice:
“Me encantan los regalos. Ni mi padre ni mi marido me los han hecho…”
Es ilógico. Si fuera mi madre, mi mujer, mi hija, todos mis días serían un regalo para ella, y para mí. Me muero de amor y a nadie le importa un carajo.
(continuará...)